Los baños de bosque han sido una terapia para mí sin ni siquiera darme cuenta de ello. Desconocía la existencia de terapias basadas en la naturaleza y, sin embargo, han sido, desde que soy pequeña, parte de mi desarrollo como persona, de mi crecimiento y de mi sanación (cuando la he necesitado). Gracias a los paseos conscientes por espacios naturales fui capaz de superar un momento vital bastante complicado y dar vida a este proyecto. Así que, no podía dejar de hablaros de ellos.
Los seres humanos hemos interactuado con a naturaleza desde el origen de nuestro tiempo. De hecho, hoy en día tenemos que usar términos como “espacio natural” o “ambientes naturales” para referirnos a algo que en algún momento de nuestra historia habría sido una redundancia, ya que todos los espacios que habitábamos eran naturales.
Muchos consideran la revolución industrial como el punto de inflexión en el que los espacios que habitamos pasaron de ser naturales a ser “urbanos ”, es decir, en el que comenzamos a urbanizar los espacios que habitábamos para hacerlos más seguros, accesibles y transitables. Las fábricas y las centrales industriales atrajeron a la población hacia las ciudades, en las que se produjo una mayor aglomeración que, unida a la contaminación, a la aparición de los vehículos de motor, el ferrocarril y los avances en los materiales constructivos y la tecnología contribuyó a la desconexión del mundo rural y natural del que veníamos.
Hasta entonces, durante los millones de años que hemos habitado La Tierra, lo habíamos hecho conviviendo con la naturaleza, adaptándonos a ella y usándola como refugio y recurso para sobrevivir.
Por ello, no es difícil imaginar que nuestros genes, nuestra fisiología, están especialmente bien adaptados y acostumbrados a los espacios naturales, y no tanto así al bullicio de las grandes ciudades en las que hoy en día viven tantos millones de personas.
Hemos vivido el 99,9% de nuestra existencia en espacios naturales. Nuestra biología se encuentra más a gusto en estos espacios.
Y esto sumado a la gran cantidad de elementos tecnológicos que hemos añadido a nuestras vidas ha contribuido a provocar lo que algunos expertos han denominado como “tecnoestrés”, o el estrés asociado a las grandes ciudades y al avance tecnológico.
Antes de seguir, me gustaría aclarar que el avance de la tecnología y la vida en ciudades no son algo negativo per se, pero su efecto en nuestra parte más biológica y más animal contribuye a provocar un estrés a nuestro organismo que, si bien suele pasar desapercibido, es como el ruido de fondo: que no se percibe hasta que se apaga, y entonces eres consciente del nivel de ruido que había.
Desde hace décadas, muchos grupos de científicos han dedicado sus esfuerzos a estudiar los efectos que tiene la naturaleza sobre la salud.
El concepto Nature Therapy (terapia de naturaleza) nace de ahí. Se refiere a un método basado en estrategias comprobadas a nivel médico y científico que usan la naturaleza, sus materiales y sus ambientes como terapia para tratar diversas patologías y para mejorar, de manera global, la salud de las personas. Se ha demostrado científicamente en un gran número de estudios de diversa índole y en distintos países que la naturaleza tiene un efecto relajante y sanador en nuestro organismo.
En entornos naturales nos relajamos y nos sentimos más a gusto, y eso se refleja en nuestra percepción subjetiva así como en diversas variables fisiológicas, por ejemplo, hormonas del estrés.
Y de entre estas terapias naturales, hoy quería hablar de lo que comúnmente se conoce como “baños de bosque” o Shinrin Yoku. Este concepto se acuñó por primera vez en Japón, en torno al año 1980. Shinrin significa bosque y yoku significa baño.
La cultura japonesa está muy ligada a la naturaleza, y es una de las pioneras en el estudio y desarrollo de terapias basadas en la naturaleza.
Shinrin Yoku es un concepto un poco más amplio que el simple acto de pasear por un entorno natural. Hace referencia también a la conexión y contemplación de la naturaleza con los cinco sentidos. A estar presente y en un contacto consciente con ese bosque cuya atmósfera dejamos que nos inunde.
Hay muchos estudios que han utilizado el Shinrin Yoku para medir los efectos de la naturaleza sobre nuestra salud, tanto a nivel fisiológico, midiendo por ejemplo cómo varía la concentración de hormonas relacionadas con el estrés; como a nivel psicológico, evaluando la percepción y el estado emocional de los participantes de los estudios.
Por ejemplo, un estudio llevado a cabo en Japón en el año 2007 comparaba dos grupos de personas: los que se exponían al bosque y los que se exponían a la ciudad. En ambos casos, por la mañana cada grupo llevó a cabo un paseo de 20 minutos bien por un bosque o bien por una zona urbana y, por la tarde, ambos grupos simplemente se dedicaron a observar el espacio (bosque o ciudad) durante otros 20 minutos.
Comprobaron que, en el grupo que se expuso al espacio natural hubo un descenso en la actividad de la zona prefrontal del cerebro (relacionada con el estrés, la toma de decisiones, las ideas recurrentes, la rumiación…) así como un descenso en los niveles de cortisol (hormona relacionada con el estrés) en saliva. Así pues, concluyeron que el bosque era capaz de relajar el cuerpo y el espíritu.
Otro estudio llevado a cabo en 2011 en el que expusieron a los participantes a paseos de 2 horas de duración por un bosque los fines de semana durante 4 meses, demostró que pasear por dichos espacios naturales mejora significativamente la calidad del sueño así como la cantidad de horas dormidas. Es decir, redujo el insomnio así como el tiempo que tardaban los sujetos en dormirse.
Además, varios metaanálisis llevados a cabo entre 2017 y 2023 que recogen la evidencia publicada desde 1980, cuando se hicieron los primeros experimentos para poner a prueba la teoría de las terapias basadas en la naturaleza coinciden en que la exposición a la naturaleza tiene beneficios significativos para nuestra salud, centrándose los efectos, sobre todo, en la reducción del estrés y la ansiedad y el incremento de la sensación de relajación y tranquilidad.
En general, se han observado beneficios relacionados con los baños de bosque en:
- El sistema inmune.
- El sistema cardiovascular.
- El sistema respiratorio.
- Trastornos mentales y psicológicos.
- Sistema de atención y consciencia.
- Estrés crónico y relación con él.