El bambú es una planta maravillosa. O eso me parece a mí.
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Aunque tiene la capacidad de crecer en diversas partes del mundo y de soportar un rango amplio de temperaturas y de altitudes, es en Asia donde se ha venerado más a esta planta y donde, además de ser algo útil, forma parte de la tradición oriental.
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Esta planta, prima de la caña de azúcar y del arroz tiene unas propiedades que la hacen única en muchos aspectos.
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¿Sabías que puede llegar a medir 40 metros de altura y sus troncos pueden llegar a los 20-30 cm de grosor?
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Nada que ver con la plantita de bambú que muchos tenemos en casa metida en agua…
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A pesar de poder llegar a ser un árbol bastante imponente, el tronco del bambú es hueco, aportándole una ligereza y una flexibilidad únicas en el reino vegetal.
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Por otro lado, a pesar de esto, el bambú tiene una resistencia a la tracción equiparable al acero y una resistencia a la compresión equiparable al hormigón.
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Estas propiedades convierten al bambú en una buena opción como material constructivo ya que, además, su rápido crecimiento lo convierte en un material sostenible y ecológico.
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Pero, ¿a qué viene hablar aquí sobre bambú?
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Pues a que ejemplifica eso a lo que llamamos movilidad en el mundo del movimiento:
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Movilidad = fuerza + flexibilidad
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Creo que la naturaleza es nuestra mejor maestra y, en este caso, el bambú tiene mucho que enseñarnos.
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Los materiales que solo son flexibles no tienen capacidad de soportar carga.
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Los materiales que solo son fuertes se parten con facilidad cuando las fuerzas les vienen en ángulos distintos a los "esperados".
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Y nuestro cuerpo, recordemos, es material.
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Y, al igual que en la naturaleza,
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si nuestro cuerpo es muy flexible pero poco fuerte, no tendremos capacidad de soportar cargas y nuestras articulaciones sufrirán,
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y si nuestro cuerpo es muy fuerte pero poco flexible, no tendremos capacidad de adaptarnos a cambios de dirección, partiendo con facilidad.
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Sin embargo, si trabajamos nuestro cuerpo para que sea fuerte y flexible, podremos vivir con más salud y menos probabilidad de lesionarnos, rendiremos mejor en cualquier deporte que practiquemos y estaremos trabajando por tener un envejecimiento más lento y por poder vivir "jóvenes" más tiempo.
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Y para saber si vas por buen camino, puedes echar un vistazo a cómo te mueves o a cómo entrenas.
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¿Haces entrenamiento de fuerza?
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El entrenamiento de fuerza no tiene por qué ser necesariamente cargando pesos muy pesados, puede ser también, por ejemplo, utilizando tu propio peso como carga.
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Si la respuesta es sí, enhorabuena, estás contribuyendo a esa parte de ser "fuerte".
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En tal caso, te recomiendo que continúes entrenando y que intentes que esos entrenamientos sean lo más funcionales posible, es decir, transferibles a las actividades que luego haces en tu día a día.
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Además. comprueba si estás entrenando fuerza en todo el cuerpo por igual ya que es bastante sencillo centrarse solo en uno o dos grupos musculares y dejar otros olvidados.
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Si la respuesta es no, entonces te recomiendo que empieces.
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Un cuerpo fuerte es garantía de salud: no solo podrás desenvolverte mejor en el mundo, sino que la masa muscular previene el envejecimiento.
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Empieza despacio, y trata de buscar una manera de ir incorporando el entrenamiento de fuerza a tu rutina, poco a poco, para que cojas el hábito y puedas disfrutar de este tipo de entrenamientos.
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¿Haces entrenamiento de flexibilidad?
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Esta pregunta es rara, lo sé. Probablemente nadie llama "entrenar" a esto. Más bien, le solemos llamar "estirar". Así que, si lo prefieres, pregúntate si estiras habitualmente o si haces algún tipo de trabajo para mejorar tu flexibilidad.
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Si la respuesta es sí, quizás puedas preguntarte cuánto tiempo dedicas a esto en proporción al tiempo que trabajas la fuerza o que entrenas algún otro deporte.
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Digo esto porque, generalmente, el tiempo que dedicamos a estirar suele ser muy bajo o nulo.
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Incluso en personas que entrenan a diario, el tiempo dedicado a estirar suele ser muy bajo.
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La flexibilidad es la gran olvidada, pero contribuye de igual manera que la fuerza a la movilidad, que es aquello que buscamos.
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Si la respuesta es no, no estás solo/a. Como decía, estirar es algo que suele dejarse para los últimos 5 minutos si queda tiempo. Pero si estás leyendo esto, entiendo que te preocupa tu salud tanto a corto como a medio y largo plazo así que, por favor, ¡empieza!
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¿Haces entrenamiento de movilidad?
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En realidad, con las dos anteriores preguntas quería llegar a esta. Entrenar movilidad es lo que realmente me interesa y lo que combina la fuerza y la flexibilidad para conseguir un cuerpo sano y capaz.
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La movilidad nos permite llevar una articulación a un rango de movimiento al que llegamos por nuestra propia fuerza, es decir, de manera activa.
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Así, la movilidad se nutre de la flexibilidad (nuestros músculos y articulaciones deben permitir llegar a ese rango) y de nuestra fuerza (debe ser capaz de llevarnos y sostenernos en esa posición).
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Si no sueles entrenar movilidad, te recomiendo que empieces.
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Y si ya lo haces, por supuesto, ¡sigue haciéndolo!
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En mis clases de yoga siempre intento buscar el trabajo de movilidad, manteniendo la fuerza muscular mientras entramos en algunas posturas que requieren flexibilidad o trabajo de alguna articulación.
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Nuestro cuerpo es una máquina muy compleja, complejísima.
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Si solo hay fuerza, podemos partir.
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Si solo hay flexibilidad, no podemos soportar carga.
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Con fuerza y flexibilidad, seremos como el bambú y podremos surfear las olas que nos traiga la vida, con fortaleza y capacidad de adaptación.
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Gracias por leer.
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Gracias por estar.
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Mamen.
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